Vendrá a casa sin saber que ha muerto.
Tal vez quiera sobarme los pies o tejerme por fin esa bufanda color morado.
No la veré, sé que mis ojos no pueden ver lo que ya no existe en la tierra de los vivos.
Sin embargo, sentiré su olor, su aroma y sus pequeñas pisadas en la cama.
Vendrá y sola y cansada a casa, yo habré partido también.
Las flores anaranjadas y el mole poblano volverá a ser su delicia.
Mi mano relajada tomará ciega su cintura y besaré inerte su cuello.
El camino será lejano, pero como siempre se hará corto en nuestro eterno andar.
incitatüs
(Noviembre'10)
imagen: internet
Me voy impresionado.
ResponderBorrarExcelente.
Y sobrecogedor.
Saludos.
Volverá el morado, las flores cubriran su cabeza y la luz iluminará su tenue piel.
ResponderBorrarEstaremos cara a cara, desde ambos lados del espejo. Nos besaremos tiernamente.
Se que existe, pero no es real.
Gracias Toro, gracias Palomilla.
ResponderBorrarUn abrazo a los dos.
Me gusta el tono esperanzador, sosegado de este poema tras la oscuridad anterior.
ResponderBorrarEs increíble. Cómo puede ser tan hermosa, la aflicción.
Un abrazo grande.