
¡Estamos hechos de sueños, pequeña!- dijo en voz baja.
¿De sueños?- preguntó la niña con cara de entusiasmo.
Sí, de sueños- afirmó.
¿Y dónde nacen los sueños?- volvió a preguntar la niña.
¡En las palabras- susurró al oído de la pequeña.
Yurena Guillén
Cerró los ojos y justo volvió a un instante de la absurda realidad.
Tomó la pluma y bañándola al tintero abrió la mirada a su mar.
De las paredes rojas, las hadas y los duendes comenzaron a danzar.
Del suelo, las serpientes y salamandras a su silla empezaron a enroscar.
Como trazo fino, las siluetas ambiguas se empezaron a dibujar.
Novela de alfileres y sombras que su esperanza no quiso continuar.
Ángel sin alma que nace del cuerpo desterrado que incitaron a pecar.
Vidas rotas, que a la cruel comedia, no desistieron de aguantar.
Hoja tras hoja, una historia nueva de amores empezaba a crear.
Historia de amor y fuerza, de cuerpos y formas que deben espantar.
Hechos de sangre, de venganza y odio que terminan por atemorizar.
O cuentos rosas, que de alguna forma, no deben de terminar.
Escribe a la nada, al horizonte y al todo que no termina de cicatrizar.
Dibuja valles, personas y sucesos, que solo ella puede engendrar.
Mariposas libres que a tiempo sueltan su mano, para por fin escapar.
Inspiración dichosa, que desde una pluma y un tintero, puede volar.
Dedicado a la Inspiración de Yurena
incitatüs
(octubre’09)
imagen: internet