domingo, 18 de septiembre de 2011

Fuegos artificiales


Lágrimas pequeñas acompañan sus ojos. Trató de enjugarlas, pero cada vez brotaban más. Bajó un poco la visera de su gorra, el pasajero de al lado había notado un sollozo.
Pensaba en una última conversación telefónica con su padre:
-”Hija, recuerda que tienes que ser fuerte, cuida a tus hermanos.”
-”Sí papá, así lo haré, pero tu estarás bien. Siento mucho no poder estar contigo ésta Noche Buena, pero el autobús tuvo un retraso, mañana estaré contigo en el hospital.”
-”No te preocupes, soy fuerte, éste pequeño infarto no me derrumbará. Hija, aún en los momentos más tristes puedes encontrar lo bello de la vida. Búscalo siempre y siempre lo encontrarás. Recuerda que te amo.”
-”Lo sé, y yo también te amo papá.”
Una ligera sacudida la regresa a la realidad. Observa su reflejo incoloro en el cristal del autobús. A lo lejos, un resplandor llama su atención. Rojo, verde, blanco y amarillo iluminan el cielo. Levanta la mirada y observa el espectáculo de luces artificiales de aquel pequeño pueblo lejano. Las lágrimas aún distorsionan las formas. Los recuerdos de su infancia venían de nuevo a su memoria. Su padre y hermanos pequeños solían asistir en Noche Buena a aquella plazuela en su ciudad natal. La madre había fallecido poco después de dar a luz a su más pequeño hermano. Eran humildes, Papá Noel nunca había llegado a la mañana siguiente. Sólo las luces de colores acompañaban y llenaban de alegría sus corazones mientras los pequeños buscaban formas en las mismas.
-”Señorita, ¿se encuentra bien?” – pregunta su vecino de asiento.
-”Sí, -apenas y sonríe- estoy bien. Feliz Noche Buena señor.”
-”Gracias señorita, pero aún no es Noche Buena.”
Callada, regresa la mirada a la ventana. No había pueblo a la distancia. No había luces artificiales o algo parecido. Una lágrima y un sollozo de nuevo la acompañan. Comprendió justo en ese momento, que su padre, no la esperaría la siguiente mañana.

Incitatüs
(abril’09)
Imagen: Internet

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El beso de la sinrazón



Busqué la razón tras el brillo callado de tus ojos silentes,
aquella mala noche nos dejó apagados en la sombra que deja la lluvia.
Necesitaba también saciar la duda, la intriga de su aparición
pero quedé sordo ante la inminencia de su respuesta muda.

Quise entonces solucionar el acertijo, vaciar la sinrazón a lo inmerecido.
sentía irremediable la culpa y lo enfermizo de la estela del dolor, de la tristeza y la frustración.
Incómodo y moroso, me levanté dejando junto a ti el hueco de mi presencia y mi ansia,
de nuevo y destrozado quedé repleto de más dudas ante mis cuestiones.

Quise hurtar la verdad desde sus cimientos y con ella envolverte con mis acciones,
quise también darte con ella el significado exacto de lo que sin entenderlo llamabas amor.
Pero sólo quedé derrotado de mi batalla ante lo que tú, callada y sonriente, como siempre,
con la mirada entregada y segura, en cada beso me regalas.


Incitatüs
(Septiembre'11)
Imagen: internet

martes, 7 de junio de 2011

La rosa que mi alma olvidó


Olvidé tras mi sombra la pequeña rosa que me obsequiaste. La primer rosa que humilde buscaba entregarme su delicado aroma de amor. Era joven y simple dijiste, pero llena de un sentido y una ilusión.

Mi sombra pueril sin embargo se hizo espesa y cimbró de horror ante la belleza de tu detalle. Ennegrecida, segura bloqueó la entrada de mis sienes y mi conciencia. Mi cansado corazón entonces, no alcanzó una estrella que de su tallo brotaba. Memoria corta se justificaba, pesadillas largas que cegaron ante la majestuosidad de la luz emanada de tu mirar.

No tuve palabras para describir el porqué perdí tu rosa. La perdí tras mi sombra y el alma de mi sombra se perdió tras tu luz. He cometido un pecado; mi alma, mi mente y todo mi ser no descansarán hasta encontrar la salvación. Juraré por el eterno brillo de tus noches, que tras mi sombra atormentada, sembraré un campo de rosas con tu nombre, con tu amor.

Ésta es mi manera de pedirte perdón.


Alberto Rivera
"Incitatüs"
(Junio'11)
Imagen: Internet

martes, 3 de mayo de 2011

El hueco de mi tumba


No me presenté como siempre
a la espera del destino.
De la vida, estaba muerto.

Eran las doce menos diez,
los pies cansados, lastimosos.
De nuevo, la tumba de mi alma.

Nada había ya en ese lugar vacío,
sólo todo yo y mis distancias.
También el hueco que imploraba un altar.

Tras de mí un sepulcro de horrores y santos,
junto, la huella de una gloria forzada.
Mi loza, la ausencia de un héroe nuevo.

Muerto otra vez me levanté como antes,
cogí mis glorias y alguna que otra herida.
Al suelo las lagrimas que de inmediato secaron .

No aprendí más que levantarme siempre.
Las derrotas insignificantes a mis roídas manos.
La victoria, un sueño infinitamente alejado.

El hueco de mi tumba exige un héroe,
un ser puro y lleno de logros, de fracasos.
Reclama la dignidad para ser honrado.

Mi espíritu sólo reclama luchas, y batallas,
la guerra que mis manos no han cerrado.
Mi alma, la entrega, la fortaleza para seguir andando.


Incitatüs
(Mayo'11)
Imagen: Fernando Vicente

lunes, 25 de abril de 2011

Mi Sueño Con Serpientes


Soñaba y eran serpientes.
Se erizaban su cabello alaciado e inmaculado.
Retrocede su acecho y empuja la cara tras la Luna de abril.
Soñaba y eran serpientes.
El infierno gestiona la admisión de ángeles y traiciona a mis brujas.
Y bailan con la cara que oculta muerde un rayo arrancado desde la punta del Sol.

Soñaba y eran serpientes.
Y se arrastra tras los huesos que cabalgaban al alumbramiento del viernes.
Asesinas, maldecidas, se desprecian por su saña y sanaba mi impúdica existencia.

Soñaba y eran serpientes.
Con las lágrimas erosionan una espada clavada en su abdomen al nacer.
Tanto sueño cansado, me despiertan y resurjo ante el cielo que rojo me brinda su calor.


Incitatüs
(Abril'11)
Imagen: internet

lunes, 18 de abril de 2011

Despertabas


Aún tenía lagañas en los ojos y me llamabas un domingo. Silenciosa y espontánea. Callada pero carcajeabas. El silencio es el misterio tras tus ojos enormes de luna. La risa, es la que nos delata a tu amor.
Aún no había luz de Sol en las mañanas y ya te soñaba de nuevo. Eras el lienzo que mi cielo desdibujaba a las estrellas y las constelaciones, a las cometas de las nubes inalcanzables. Eras una colina justo debajo del atardecer del arcoiris.
Aún no despertabas cuando ya te necesitaba. Las marquesinas de los tejados atestiguaron siempre nuestra historia de risas, colores y flores; de cantos, dulces y eterna alegría. La tristeza, como la noche, siempre quedaban atrás.

Incitatüs
(Abril'11)
Imagen: internet

lunes, 11 de abril de 2011

Luna nueva


Desperté y se había ido. Como una ráfaga del tiempo, borró las huellas y una luz salió de mi boca. Nada había donde siempre una herida colgaba de mis sienes, de mi pecho. Busqué entonces debajo de la cama, tras las paredes y dentro del espejo. La alacena y el viejo escritorio seguían abiertos, intactos y vacíos tal cual los abandonó. La puerta rota seca que siempre cedió al paso de la desesperanza y el frío de la indiferencia. Descalzo y descansado caminé a la ventana. La noche seguía viva, pero ésta vez ya no dolía. Volví de nuevo a la herida de mis sienes y mi pecho. La luna hermosa me había sanado, me había curado. La luna nueva devolvió la vida a mi habitación.


Incitatüs
(Abril'11)
Imagen: internet

lunes, 14 de febrero de 2011

Archivo


Encontré en el archivero una de sus cartas, Te amo decía, y siempre lo haré. Busqué también en el archivero algún documento que la obligara a cumplir con esa promesa. No lo encontré. Pero encontré también otras cartas, otros textos. En ellos se entregaba completamente en cada palabra, en cada frase todo lo que su pequeño ser podía darme. Te amo, firmaba, y siempre lo haré. Uno a uno sus textos invocaban el recuerdo de su voz, de sus manos tocándome, su mirada que fija y... y sus besos. Los besos que nunca se desviaron de mis labios y comprometidos se fundieron para siempre en mi existencia. Te amo me decía y me besaba y siempre lo haré. Y mi razón se vuelve pequeña y no entiende la caducidad de sus palabras y el dolor que su lejanía agranda a ese espacio que arrancó tras de mi espalda. Mis manos vacías de ella y mis oídos vacíos de sus palabras y su voz y mis labios vacíos de... sus besos. Vacía mi existencia que tras su promesa afirmaba que me amaría para siempre. Mi archivero está lleno de ella, de la música que emanaba de su risa y el calor de sus manos que gustosas acariciaban mi espalda y mi cuello. Te amo decía, y siempre lo haré y cerrando el archivero, sonrío sabiendo que una promesa así no se romperá jamás.


Incitatüs
(febrero'10)
imagen: internet

lunes, 31 de enero de 2011

Motivos


Me dejaste una pluma, un tintero y un millón de motivos.
Sin saberlo, anclaste tu mirada y tu bandera al continente de mis sentidos.
Desperté pronto sin embargo.
Eras papel y ya tenía la pluma, el tintero y los motivos.
Tenía la rabia y el vientre abultado de una mala noche.
Sin embargo, no tenía brazos ni un soporte para apoyarme.
Tras la ventana, una mariposa iracunda gritaba mi desdicha.
Los motivos, poco a poco las acompañaron mientras tu, comenzabas a desdoblarte.
No hubo más sonidos que los de una soga atada a mi cuello, adormecida en mi cuello.
Cabizbajo, sólo atiné a regresarte la oración y mudo, me persigné en tu rostro:
Un beso en la frente,
uno en la barbilla,
uno más en cada mejilla
y uno más en los labios que selle nuestro amor.


Incitatüs
(enero'11)
imagen: internet

lunes, 24 de enero de 2011

Esquizofrenia


"Necesito una llama de cuero" gritaba y se pegaba en la cabeza. Urgido de la necedad de sentir tras la espalda el calor de las cortinas desovadas por la tortuga de sus sueños.

"Una espada, una efigie que me haga temblar hasta la locura y chistar mis labios con la sonrisa de saber que te hago daño".

Se revolcó tras el color de los ojos desorbitados, las manos dolían de verse tan abiertas y moribundas, los huesos, las rodillas y los codos hinchados de estrellarse contra la realidad.

"¡Dame una espada y la funda de la espada para así compartir mi sed y mi odio a los caballos y tus hienas!" bufaba mientras a contraluz un par de alas blancas descendían y con ternura, lo abrazaban.


incitatüs
(enero'11)
imagen: internet

lunes, 3 de enero de 2011

Guerrero


Caminaba en círculos, buscaba la geometría de su vida.
Tras de sí, una silueta, una espada desenvainada y la mirada de la bruja asesina.
Su pecho recordó el lento y mortífero paso de la sangre cuando es amarga.
Sus brazos erizaron al escuchar la voz que desde el infierno pronunciaba su nombre.

"No te rindas", le susurró al oído con la paciencia de un sepulcro,
"ven y lucha ésta guerra que te he encomendado".
Las armas que en otros campos había dejado, aparecieron de ultratumba.
El sudor, la lágrima y el vaho que impulsaba su amor, le devolvieron su destino.


incitatüs
(enero'11)
imagen: internet