jueves, 20 de agosto de 2009

El Superhombre Desechable


Desde la más profunda y angustiada maraña,
y hasta las cima de la más alta montaña,
la esperanza innata como siempre te buscaba.
Ahí, con un puño de acero fundido te encontré
y los cielos de nubarrones grises despejé,
todo lo que a tu alrededor enmancipado te ocultaba.

Los sonidos sueves y canciones tristes arrebaté
y de vivas y alegres voces te entregué,
para que tus sentidos mudos y obstinados deleitaran.
Encontré un solpo y formé con él un silencio estremecido,
las voces ahora sordas que antes te habían sometido,
ahora convertidas en música de sueños que a tu ser agradaba.

Marché puntual entre los mares ávidos de sal infinita,
océanos racionados de aire, tierra y luz que medita
y que a mi paso firme y oscuro se formaban.
En los riscos etéreos enormes y las peñas rocosas,
y como atardecer fortuito que al corazón goza,
tu rostro azul y aterciopelado de amor lo dibujaba.

En los bosques oblicuos y las selvas húmedas,
entre árboles de fe y veredas de espuma,
tu nombre y tu cuerpo imborrable idolatraba.
Con las ganas de llamas de sangre hirviente,
y entre efímeros y fieros animales silentes,
tu sonrisa eterna y majestuosa enaltaba.

Al encontrarte de nuevo entre las sombras muertas,
y con todas la virtudes de nuestras almas a cuestas,
mi corazón, mi alma, como nunca te entregaba.
Pero tu esencia inmaculada de verdadera santa,
más grande, enorme y más entera que mi alma,
sin dudarlo un instante, mi alma de superhombre desechaba.

Con un desdén desleal de locura infinita,
y con la memoria crecida de dicha ya marchita,
mi piedra hecha antes corazón, de nueva cuenta, se marchaba.


incitatüs
(agosto'09)


imagen: internet

miércoles, 12 de agosto de 2009

Adiós licenciada


Subí de nuevo a la dos cero siete por mis cosas. Le confirmé a mis compañeros que estaba libre, por lo que pude ver que les dio gusto a la mayoría, sobretodo a Marcos y Celestino. Me despedí de Fernando Gonzaga y Marcelo González, quienes sólo me desearon suerte, de Julio Cesar Abasolo, que saldría en unos días más, y después de José Celestino: “suerte güero, que te vaya bien”. Por último de Marcos Sánchez, quien me miró muy triste, habíamos quedado en que en cuanto saliéramos no volveríamos a vernos para no crear más sospechas. “Que Dios te Bendiga Alberto, y discúlpame otra vez, yo no sabía que esto pasaría pero que bueno que ya pasó, por lo menos para ti.” “No te preocupes, ya saldrás también tu, ya verás”, y dándonos un fuerte abrazo salí de la habitación 207. Al salir, sentí que nadie iba a despedirme de las otra habitaciones. No era tan popular como el “Delicioso” o como Juan Manuel Cavazos, sin embargo, de una de las habitaciones de las mujeres empezaron a gritarme: “¡Suerte güero, que Diosito te Bendiga!” a lo que de inmediato noté que toda la gente del piso se asomaba a sus puertas y me veía. Se asomó incluso la licenciada Raquenel Villanueva y al observarla me sonrió en señal de buena vibra. Alcancé a decirle: “Adiós licenciada”. Su compañero, que estaba frente a su cuarto me pregunto: “¿Saliste en tus noventa días?”, “no, antes”, “entonces te vas consignado”, “¡no, libre!” casi le grité.




Tomado de la serie "El Arraigo" (parte X)

En memoria de la licenciada Silvia Raquenel Villanueva, asesinada.

lunes, 3 de agosto de 2009

Sol, en la memoria que se va


Dedicarte deseos mal sanos, buscando los instantes de la paz muerta.
Cierras los pasos para anclar a tu voz al miedo de mi nombre extraño.
Cedes a la derrota que traiciona cada uno de mis recuerdos mudos
y navegas en el mismo espacio que el Creador encuentra en el Infierno.

Alucinaste ante aquella argolla que encierra en un puño todos los mares,
y te decepcionaste por apostar a las sombras del cansancio.
No hallaste la frontera entre tus dibujos y tus sueños silentes de placer.
Y vuelves a donde perteneces para añorar tus dedos enmarañados de restos.


incitatüs
(agosto'09)

imagen: internet