domingo, 4 de enero de 2009

Dieciocho minutos, un segundo

Llegué a casa y casi me aventé sobre el sofá negro y una nube de polvo se levantó. Miré alrededor y noté que hacía bastante tiempo que no hacía el aseo. ‘No he tenido tiempo, además, si vivo solo, no hay a quien le importe’, me justifiqué. Esa noche acababa de regresar del trabajo de fin semana, realmente me sentía cansado y el hecho de dormir en el sofá lleno de polvo, no me molestaba del todo. Sin embargo, había llevado a mi hermana a recoger la vieja estufa que nunca utilicé. Iba a dejarme un hueco enorme en la cocina de por sí vacía, pero ya había decidido entregársela. No quise pensar en el reacomodo de la cocina en ese momento, solo quería descansar un poco del ajetreado fin de semana que había pasado.

Mientras escuchaba el sonido de trastes viejos que cambiaban de lugar, me recosté un poco y cerré los ojos deseando olvidarme de todo; sin embargo, mi pequeño sobrino se acercó corriendo hacía mí y subiéndose a mi estómago gritó lleno de emoción: ‘¡Pukas, Pukas!’ buscando a mi perro por la ventana, ‘Sí, mira a Lucas, -le dije haciendo un esfuerzo para que no me pisara donde fuera a dolerme-, está comiendo sus croquetas, parece perro hambriento’, y sonreí tras decir mi mal chiste sarcástico, ya que precisamente, el Lucas tenía tres días sin comer. Tan pronto se aburrió de observar al perro, regresó con su mamá para buscar en qué distraerse en la enorme casa llena de polvo, que para él significaba un océano de posibilidades para jugar.

Volví a cerrar los ojos, me sentía contento y agradecido por tener cerca a mi sobrino. Pensé que los niños daban ese amor desinteresado que a menudo solimos reprochar de la gente que nos rodea. Estaba por terminar el peor año de mi vida y él era uno de los motivos que siempre me alegraban el día. Cerré los ojos de nuevo y si acaso dormí un par de minutos cuando sonó el celular. ‘Seguro es Roque, -pensé-, ¿que querrá éste cabrón ahora?’. Pero al mirar el teléfono, veo un número desconocido. Me incorporo y por fin contesto.

Me llamaste justo un par de días antes de terminar el año. Me dijiste que deseabas saber como estaba, solo eso. Desahogué ese sentimiento atorado de no saber nada de ti. Te escuché contenta. Me dijiste que a pesar de tu nuevo trabajo y nueva dirección, estabas muy bien. Te dije también que mi padre había fallecido. Me diste el consuelo que tenía varios meses atorado.

Te dije que te quería. Me dijiste, como siempre, que tu más. Sabía que no era cierto, pero no te lo discutí. Fueron dieciocho minutos y un segundo los que hablamos. Fueron dieciocho minutos y un segundo que salvaron ese año, el peor de mi vida.


incitatüs
(enero’09)

imagen: internet

10 comentarios:

  1. A veces basta sólo un minuto, un ¡Hola cómo estás!, un mensaje breve. Entonces el mundo cambia de rumbo.
    ¡Ah! Cuan breve es la felicidad.

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  2. El relato tiene un comienzo apático, desganado... sensaciones que se van transformando en ternura gracias al sobrino del protagonista y finalmente en esperanza gracias a esa llamada que dura 18 minutos y se sucede en 1 solo segundo. Me gustan las sensaciones que se desprenden del texto. Me gusta la humanidad y honestidad con la que está escrito. Un texto cargado de cotidianeidad y emoción que nos traslada hasta un fin de año salvado por una llamada. Un abrazo, Alberto.

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  3. Es un instante, recuerdos, una voz conocida, una risa que eriza la piel cuando regresa el pensamiento.

    Es una distancia medida en parpadeos, en lágrimas, en sonrisas divertidas...

    Es así... la vida, "el peor año de mi vida"...

    Un saludo...

    Ari

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  4. ...

    Sabes, la melancolía que llena este texto llegó hasta la médula de mis huesos.

    A diferencia de ti, yo ya no espero llamada porque sé que no la habrá, y mucho menos esas pulsaciones de felicidad que durante muchos años fueron el alimento de mi alma.

    Hoy camino buscando la felicidad que me proporciona la simple busqueda; acompañada por Soledad. NADIE puede, de vez en cuando, llegar y darme una oportunidad de sonreir... es que, jejeje, NADIE es irreverente.

    Un saludo.

    PD: Y no seas gacho, dale de comer a tu perro, jajajaja.


    Mafalda

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  5. Palomilla:

    Un "hola" que llega a tiempo para salvar un año, un día o un simple momento.

    Sí, es cierto, la felicidad suele ser muy breve.

    Gracias Fab, como siempre.

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  6. Yure:

    En la cotidianeidad encontramos muchas veces esas sensaciones que alimentan ese ritmo, que es muy necesario. Lo malo es que no siempre lo vemos.
    Los sucesos extraordinrios, son los que le dan ese toque mágico, igaul dura un segundo o un año.

    Gracias por tu siempre fiel visita.

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  7. Ari:

    Diste en el clavo. Esas son las emociones que desprenden esos sucesos tan inesperados. Sí, pueden salvar todo un año, toda una vida.

    Gracias por tu visita.

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  8. Puntos Suspensivos, alias Mafalda:

    A veces el Nadie y Soledad te abruman tanto en casa que te acostumbras a ellos. A veces son ellos quienes apagan ese teléfono y lo bloquean para no recibir esas llamadas. Nadie y hermana Soledad te hacen olvidar a Esperanza.

    Sin embargo, Esperanza es la más longeva, ya sabes el dicho; y cuando Esperanza aparece de nuevo, Nadie y Soledad se hacen pequeñitos, muy pequeñitos...

    Gracias por venir a éste tu espacio y dejarme algo más que tres puntos.

    ...

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