viernes, 25 de abril de 2008

El Árbol de la Montaña


El ojo de Zaratustra me había visto justo cuando lo evitaba. Y cuando en una tarde caminaba solo por la montaña he aquí que me encontró en su camino, sentado junto a un árbol en el que me apoyaba y mirando al valle con la mirada cansada. Zaratustra agarró el árbol junto al cual me encontraba sentado y me dijo: "Si yo quisiera sacudir este árbol con mis manos, no podría. Pero el viento, que nosotros no vemos, lo maltrata y lo dobla hacia donde quiere. Manos invisibles son las que peor nos doblan y maltratan."

Entonces me levanté consternado y le dije: "Te he seguido Zaratustra, y justo en tí ahora mismo pensaba."


Zaratustra me replicó: "¿Y por eso te has asustado? Al hombre le ocurre lo mismo que al árbol. Cuanto más quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más fuertemente tienden sus raíces hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro, lo profundo, - hacia el mal?"


"¡Sí, hacia el mal!, le exclamé. ¿Cómo es posible que adivines lo que mi alma siente ?"


Zaratustra sonrió y me dijo: "A ciertas almas no se las descubrirá nunca a no ser que antes se las invente".


"¡Sí, hacia el mal y a la amargura", -volví a gritarle.- "Tú siempre dices la verdad, Zaratustra. Desde que quiero elevarme hacia mi altura, a convertirme en Superhombre ya no tengo confianza en mí mismo, y nadie tiene confianza en mí. Odio lo que amo y lo que hago, odio más lo que siento y sin embargo no puedo amar mi odio. Me transformo rápidamente y no soy ni esclavo ni amo de mi destino; odio y detesto a mi destino. A veces creo en mí, y todo lo que hago y pienso está de acuerdo el uno con el otro, pero a veces el uno vence al otro. Ésto no me lo perdona ninguno otro de mis pensamientos o sentimientos. Cuando estoy bien y sano, cuando amo, cuando quiero elevar mi alma y mi corazón siempre me encuentro solo. Y en éste estado, allá arriba nadie me habla, el frío de la soledad me da miedo, me hace llorar y temblar. ¿Para qué quiero yo la altura, el amor y la paz? Mi destino y mi amor ya no crecen juntos; cuanto más alto subo, cuanto más amo, tanto más desprecio tengo a mí mismo. ¿Para qué quiero estar en la altura?. ¿Para qué quiero amar y dar mi alma y amor? ¡Cómo me duele mi subir y tropezar! ¡Cómo me burlo y me río de mi violento jadeo! ¡Cómo me odio si es que amo! ¡Qué cansado estoy en la altura!". Entonces callé.


Y Zaratustra miró detenidamente el árbol junto al que me hallaba y me dijo: "Éste árbol se encuentra solitario aquí en la montaña; ha crecido muy por encima del hombre y del animal. Y si quisiera hablar, no tendría a nadie que lo comprendiese: tan alto ha crecido. Ahora él aguarda y aguarda, ¿a qué aguarda, pues? Habita demasiado cerca del asiento de las nubes: ¿acaso aguarda el primer rayo?".


Cuando Zaratustra me hubo dicho ésto exclamé con ademanes violentos: "Sí, Zaratustra, tú dices siempre la verdad. Cuando yo quería ascender a la altura, dar todo mi amor y mi odio, anhelaba mi caída, ¡y tú eres el rayo que yo aguardaba! Mira, ¿qué soy yo desde que tú me has aparecido? ¡La envidia hacia ti es lo que me ha destruido!. ¡El anhelo a buscar al Superhombre me ha destruido." Así dije lloré amargamente.


Mas Zaratustra me rodeó con su brazo y me llevó consigo. Y cuando habíamos caminado un rato juntos, Zaratustra comenzó a hablarme así:


"Mi corazón está desgarrado. Aún mejor que tus palabras es tu ojo el que me dice todo el peligro que corres. Todavía no eres libre. Tu búsqueda te ha vuelto insomne y te ha desvelado demasiado. Quieres subir a la altura libre, tu alma tiene sed de estrellas. Pero también tus malos instintos tienen sed de libertad.
Para mí eres todavía un prisionero que se imagina la libertad: Ay! el alma de tales prisioneros se torna inteligente, pero también astuta y mala. El liberado del espíritu tiene que purificarse todavía. Sí, yo conozco tu peligro. Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes de ti tu amor y tu esperanza! Todavía te sientes noble, y noble te sienten todavía también los otros, que te detestan y te lanzan miradas malvadas. Sabe que un noble les es a todos un obstáculo en su camino.
También a los buenos un noble les es un obstáculo en su camino: y aunque lo llamen bueno, con ello lo que quieren es apartarlo a un lado. El noble quiere crear cosas nuevas y una nueva virtud. El bueno quiere las cosas viejas, y que se conserven. Pero el peligro del noble no es volverse bueno, sino insolente, burlón, destructor."
En otro tiempo los buenos pensaron convertirse en héroes: ahora son libertinos. Pesadumbre y horror es para ellos el héroe. Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa tu más alta esperanza!. "

Así me habló Zaratustra.



Incitatus
(abril'08)
Basado en "Also Sprach Zarathustra" de F. Nietzsche (1888)
imagen: internet

4 comentarios:

  1. Manos invisibles son las que peor nos doblan y maltratan
    Cuanto más quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más fuertemente tienden sus raíces hacia la tierraaltratan.
    ¡Conserva santa tu más alta esperanza!

    Es necesario despojarse del sayal, también de la autorredención para convertirse en guerrero, aunque aveces duela demasiado subir, tropezar, caer de bruces y luego dar tumbos cuesta abajo.
    Hay que aprender la paciencia del árbol.

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  2. esa foto del arbol se parece a la caratula de un disco de los de pink floyd

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  3. Es la tercera vez que leo el post y sigo pensando.

    Me voy igual.

    Esta bien!!!!!!!!!!

    dejà las letras, jajajaja

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Mata al Auriga Lentamente, Asegúrate que Sufra